Diálogos desde el silencio VI

Tema: La soledad y el silencio para una sana convivencia

Invitado: Jordi Cussó Director de la Universitas Albertiana


Orden de la sesión (Duración 1:12 min)

Introducción y presentación
4:26 min Exposición del tema
27: 26 min Diálogo

Trata sobre la necesidad de practicar la soledad y silencio, la cartuja, la contemplación o meditación  como medio para liberarnos de resentimientos, rencores, agravios, envidias con el fin de sanar o pacificar la conviviencia.

Debemos contemplar ese interior, entrar en nuestro propio templo, como cita Pablo D'Ors y escuchar el misterio que habita dentro de mi,  si mi templo está en paz y alegría veré el exterior y  a los demás desde la paz y la alegría, pero si mi interior está confuso y molesto, lo vere desde esa misma persepectiva. Si tengo que sanar la convivencia, no debo variar lo que veo, sino como lo veo.

Lo que sale de dentro es lo que contamina al ser humano, nunca lo que entra de fuera enferma al ser humano o enferma la convivencia.

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Transcripción de la sesión


Saludos y Presentación – Mauricio

Buenas tardes y buenas noches para el continente europeo.

Tenemos este nuevo encuentro de Diálogos desde el silencio organizados por la Red de Murtras. Eventualmente vienen siendo cada dos meses, cada mes… Veremos de aquí en adelante cada cuanto los podemos seguir realizando.

Hoy nos acompaña Jordi Cussó para hablarnos del tema:  La soledad y el silencio para una sana convivencia.

Estuve mirando en el diccionario que quiere decir convivencia, y encontré “Convivencia es el arte de hacer que los demás se encuentren bien con uno”. Vamos a ver si Jordi está de acuerdo con esta definición y qué nos puede contar. Y también decir que, este bienestar con uno mismo es sobre todo desde el respeto a la forma de ser del otro sobre todo y a la forma de actuación que facilita sobre todo desde la libertad y en un ámbito de justicia.

Quisiera presentar a Jordi. Jordi para quienes no lo conocen, no sé si habrá aquí algunas personas que no lo conocen, lo dudo, pero en general vamos a decir unos cuantos datos. Jordi estudió ciencias económicas, lo que aquí en Colombia llamamos un economista. Licenciado en teología, presidente de la Fundación Carta de la Paz y director de la Universitas Albertiana., además es sacerdote de la Arquidiócesis de Barcelona.

La Universitas Albertiana, como lo decía en un inicio, nosotros desde la Red de Murtras, hacemos parte esta Universitas Albertiana. Es una asociación cultural formada por personas que comparten su conocimiento y experiencia por una sociedad más justa, solidaria y humana. La Universitas Albertiana quiere formar personas libres, inteligentes y con capacidad de amar.  Libres de resentimientos, generando una convivencia pacífica desde el Realismo Existencial y abierta a lo trascendente.  Digamos que tiene como unos grandes pilares, esta Universitas Albertiana, que me permito mencionar cuatro que me parecen son de suprema importancia. Uno de ellos que nos lleva precisamente al tema que nos tratará Jordi, es la soledad y el silencio, es desde la contemplación, ya que el silencio, dice en su página, no esconde la realidad, sino que la muestra tal y como es con toda su belleza y veracidad. Otro pilar es la reflexión, la reflexión es un pensamiento que brota de la experiencia, hecha de conocimientos, valores, acciones, emociones, preguntas, todo esto para tener un aire o poder hacer una investigación profunda. Otro gran pilar es el diálogo, que es la relación de igual a igual, sobre todo, donde el conocimiento se va develando poco a poco. Y un último gran pilar es el emprendimiento que es el aplicar el saber para trasformar la sociedad, edificando una convivencia justa, solidaria y pacífica.  Entonces, me parece que estos pilares seguramente nos dan pie para lo que Jordi hoy nos disertará, nos dirá, para lo cual te paso la palabra Jordi para que nos hables de la soledad y el silencio para una sana convivencia.

Ponencia - Jordi Cussó.

Muchas gracias Mauricio por invitarme a participar de este rato de diálogo.

Tengo que decir que estos días estoy muy influenciado, tengo una gran influencia en mi cabeza de Pablo de D’Ors y una gran influencia de Melloni. Así que estoy un poco con la cabeza embotada de todos estos personajes, así que seguramente, muchas de estas cosas que voy a decir van a resonar porque... bueno, porque a veces cuando uno va caminando va encontrando muchas cosas…

Una cosa que, si decimos con frecuencia que la vida es compleja, y a veces la vida no es sencilla, pero que la convivencia parece que todo el mundo dice que siempre es conflictiva, que siempre es algo que es más…  la gente dice vivir todavía, pero convivir eso sí que realmente es costoso, eso sí que realmente es difícil.

La vida en sí, veo que tiene bastantes cosas que ella misma conlleva y que nos sacude, no sé venimos de un virus y llevamos dos años que nos ha sacudido fuerte, tenemos una guerra que acaba de empezar aquí muy cerca de nuestra casa y que al menos aquí en Europa, también nos ha sacudido fuerte. En América estáis siempre con revueltas sociales, que si sí, que si no, con protestas, con manifestaciones, con inquietud que, por una cosa, cuando no es por otra. Después cuando no, tenemos rupturas emocionales, cuando no tenemos alguna perdida, algún duelo… en la vida siempre estamos encajando cosas y no es sencillo el arte de vivir, no es sencillo…

Recuerdo que Alfredo decía que es como vivir encima del agua, y encima del agua el mar siempre está en movimiento, a veces tienes olas muy grandes, a veces tienes olas más pequeñas, a veces tienes olas más suaves, pero siempre estamos un poco para arriba, para abajo, y saber vivir sin ahogarse y sin hundirse, pues es todo un arte para poder vivir en plenitud.

Pienso que la convivencia no está al margen de todo esto. Porque no es lo mismo convivir con un virus que sin el virus. Y evidentemente que el virus nos ha hecho convivir muchísimo más y más intensamente. No es lo mismo convivir cuando me encuentro bien, que cuando me encontró mal. Cuando tengo dolores que cuando no tengo dolores. Cuando emocionalmente estoy bien o cuando no estoy bien. Es decir, en toda convivencia se resiente también de cómo estamos cada uno de nosotros. Y en la convivencia siempre cargamos con lo bueno y con lo malo. Y como con los que convivimos acostumbran a ser los más cercanos siempre los más cercanos son los que reciben lo mejor y lo peor de cada uno. Lo mejor y lo peor de cada uno ¿quién lo recibe? Pues el que está cerca de mí. No lo va a recibir el pobre Julio que no lo veo nunca. Él no va a recibir esto, puede que cuando nos veamos un ratito por el Zoom pues todos estamos muy bien. Pero el problema es cuando estamos bajo el mismo techo, cuando vivimos todos juntos, cuando estamos el uno al lado del otro.

Entonces, ¿Cómo puede ayudar la soledad y el silencio, porque en el fondo es el tema, a una sana convivencia?

Bueno, el silencio, Pablo D’Ors dice que el silencio no tiene nada de particular, que el silencio no es más que un marco, cuando tú tienes un marco, ese marco posibilita muchas cosas. Pero el silencio solamente es un marco que va a posibilitar algunas cosas. Recuerdo que Alfredo decía que el silencio no es más que una pantalla, una pantalla blanca, y en esa pantalla blanca tú vas viendo, vas viendo tu realidad, vas viendo tu vida, y casi me atrevería a decir que ojalá puedas vislumbrar el misterio que está debajo de todas las cosas.

Pero también nos decía Alfredo que el silencio, no era más que… silencio y quietud, parece que son dos palabras que también van juntas. El silencio, la quietud, evidentemente que la soledad, donde entraremos después, no es más, decía él, que cerrar las ventanas externas para abrir las ventanas internas, y ver la realidad no desde fuera, porque es de donde siempre vemos la realidad, sino intentarla ver desde mis propios conflictos, desde mis propios pensamientos, desde mis propias ideas, desde mis propias heridas, desde mis propias realidades, es decir verla, verla desde mi mismo. Y es donde me parece que la soledad y el silencio nos ayuda a ver las cosas.

Porque si hacemos esto, a veces digo como vamos a tener una convivencia sana si yo no estoy sano. O también podemos decir: ¿Cómo puedo hacer que la convivencia sea pacífica si en mi interior hay una guerra? Cómo si cuando llego a casa, hay que poner tristeza [alegría] y mi interior está triste. Porque tengo que cerrar esas ventanas interiores [exteriores] para poder entrar en ese interior porque ese interior es el que va a salir al exterior. Por tanto, tengo que contemplar este, este interior. Contemplar este interior. Cómo diría Pablo D’Ors contemplar es entrar en mi propio templo. Entrar en el templo de mi cuerpo, en el templo de mí mismo y escuchar lo que hay dentro de mí y escuchar el misterio que también habita dentro de mí. Y si mi templo por seguir esta imagen, o esta metáfora, está apaciguado, si mi templo tiene paz y tiene alegría, pues estamos en este tiempo de resurrección, veré el exterior, veré a los demás, desde la paz y desde la alegría. Pero si mi interior está confuso, si mi interior está molesto, veré al exterior desde esa misma perspectiva. Por tanto, si quiero sanar la convivencia, no tengo que cambiar a los demás, no tengo que variar las cosas, sino que tengo que cambiar las cosas…  Más bien lo que tengo que variar no es lo veo, sino lo que tengo que variar es cómo lo veo. Cómo lo veo. Porque lo que no pacifica la convivencia muchas veces es cómo veo yo las cosas, cómo veo a las personas, cómo entiendo a las personas, y entonces es lo que muchas veces, a veces hace que esa la convivencia, le hemos puesto la palabra sana, no esté todo lo pacificada que tendría que estar.

Por tanto soledad y silencio, si señor, ¿para qué? para que me dé cuenta que, a pesar de todos los pesares, y pongo esta expresión de pesar, de peso, porque a veces en la vida llevamos un peso encima en nuestras espaldas y en nuestro interior, y a veces de pesares, de preocupaciones, de gravedad y de peso, aún a pesar de todo eso, nosotros podemos ser  los que llevemos el timón de nuestra vida, nosotros podemos ser señores de nuestra vida, de nuestra mirada, y nosotros, no necesariamente tenemos que ser esclavos de nuestros juicios, de nuestros prejuicios, de nuestras filias, de nuestros fobias, de nuestros envidias, de nuestros admiraciones, de nuestros falsos amores, de nuestros adulaciones, de nuestros éxitos y de nuestros fracasos… y podríamos seguir añadiendo muchísimas cosas…

Porque lo que enturbia muchas veces la convivencia son estos servilismos que tenemos y que nos impiden precisamente que cosas se puedan pacificar.

Tengo que atravesar, tengo que hacer soledad y silencio para saber que pienso sobre ti y qué pienso sobre el otro, porque lo que pienso sobre ti, no es lo más importante de la vida. ¿Qué siento a tu lado, puede que sienta alergia, puede que sienta cariño, puede que me encuentro muy a gusto, puede que no me encuentre muy a gusto a tu lado? Pero cómo me siento a tu lado, no es lo más importante de la vida. Pueda que yo crea que tú eres una persona fantástica, maravillosa, increíble. Pero lo que yo creo de ti no es lo más importante en esta vida…

Pero a veces, lo que pienso, lo que siento, lo que creo, pues todo eso, es lo que impide precisamente una buena convivencia, porque normalmente, normalmente lo que pensamos, lo que sentimos y lo que creemos es lo que termina pasando… es que esta persona era así, yo ya lo sabía. Es que esta persona actúa así, es que yo ya lo sé. ¿Cómo quieres que actúe, qué quieres que haga, que quieres que diga?  Y todo eso genera las dificultades propias que no acabamos de entender.  Que yo creo mi propio mundo y en mi propio mundo se dan las cosas de una determinada manera y después todos los que viven conmigo se tienen que adaptar a mi mundo y se tienen que adaptar a mi determinada manera.

Por eso lo que pienso, lo que creo, lo que siento, casi siempre, es una manera de empequeñecer, es una manera de empobrecer la convivencia, de empobrecer a los otros, de empobrecer la realidad y casi siempre es una fuente de injusticia. Somos injustos con los demás.

Porque cuando estamos juntos, o cuando yo estoy con la gente, son muchos los intereses personales que tenemos. A veces estamos juntos y yo siento que tengo muchos intereses, yo tengo un interés de afecto, y tengo un interés de compañía, y tengo un interés de reconocimiento, y a veces tengo un interés de ayuda, incluso de que me amen… Esta mirada, este interés personal que está aquí, que puede ser todo el muy bueno, también a veces se convierte en una dificultad, PORQUE SI TÚ NO RESPONDES A MIS INTERESES PERSONALES TÚ ME GENERAS UNA DECEPCIÓN. Porque si no tú me das el afecto que espero, esto me generas una decepción. Porque si no me das la compañía, el reconocimiento, la ayuda, el cariño… Todo esto en el fondo, me genera una gran decepción. Y a veces la convivencia nos decepciona, porque yo esperaba de esa convivencia unas cosas que esa convivencia no me da.

Por tanto ¿Para qué sirve la soledad y el silencio?

Para trascender, para ir más allá de mis pensamientos, de mis ideas, de mis creencias, de mis emociones, y de mis intereses. Tengo que poder ir más allá de estas cosas, porque si no soy capaz de ir más allá de todas estas cosas, siempre seré una dificultad para la convivencia. Por tanto, me tengo que detener, y me tengo que parar, porque tengo que ver quién soy yo realmente, qué es lo realmente yo soy.

Cómo en estos días trabajando mucho el agua de la Samaritana, y el texto del evangelio de la Samaritana, cuando Jesús le dice, si conocieras el don de ser, y conocieras esta agua… es que cuando te conoces esta agua y te das cuenta de cual es esta agua, te das cuenta que esta agua es la que tiene todo el mundo. Todos tenemos la misma agua, no hay, yo tengo un agua que tú no tienes, todos participamos de la misma agua. En el fondo quiere decir que todos tenemos un mismo fondo, todos tenemos el mismo fondo, todos somos seres gratuitos, todos hemos recibido la existencia, nadie lo ha hecho por esfuerzo. Si aceptamos, reconocemos y recibimos lo que realmente somos, y somos capaces de desmontar los andamios que hemos elaborado para ser valorados, para ser queridos, para ser acompañados, para ser reconocidos… porque montamos una serie de andamios para que así la gente… No, cuando desmontas todo esto te das cuenta que tu fondo es bueno, y si tu fondo es bueno, el de Mauricio también es bueno, el de Julio también es bueno, el de Carme Riera también es bueno el de Marta también es bueno y el de todo el mundo también es bueno, y si mi fondo es misterio, el fondo de los demás es exactamente igual que al mío. Y si mi fondo es amor, el fondo de los demás también es exactamente igual que el mío. Es decir, sé que el fondo de los demás es también lo que es porque es como el mío. No sé cómo decirlo…

Yo no soy lo que creo que soy, lo que piensan los demás y lo que me han dicho que tengo que ser, yo no soy ni siquiera mis expectativas. Simplemente soy.

Y termino esta pronto, sólo sé que son solamente 15 minutos y con algo me parece muy importante.

Y me doy cuenta de algo que, para la convivencia para mí, es lo más fundamental. Y eso solo se descubre, bueno, yo lo he descubierto en la cartuja, o en la soledad y el silencio, otros le llaman oración, meditación, que cada uno le llame a este espacio como quiera.

Que yo soy por los otros y soy con los otros. Es decir, en el fondo más profundo de mi ser, yo soy gracias a los otros, pero yo soy con los otros.  Es decir, hago una experiencia de mí mismo, y digo, mi templo, por usar la imagen de Pablo D’Ors, mi templo está habitado, está habitado por mi evidentemente, está habitado por este que llamamos Dios, que es el misterio más profundo que está en el fundamento de todas las cosas, pero lo que me parece a mí más importante para la convivencia en el día de hoy, está habitado por muchas personas, porque mi yo está habitado, como diría el bueno de Casaldáliga, está habitado por muchos nombres, por todas aquellas personas que me constituyen. Que me constituyen ahora, que me han constituido en el pasado, y que me están constituyendo en estas personas. Todas aquellas personas sin las cuales yo hoy no sería como soy, yo no viviría como vivo. Son todas estas personas las que, de alguna manera, pues a mí me siguen constituyendo, son amigos, algunos enemigos, otros amigos, otros enemigos… hay muchos vivos y también hay muchos que ya han hecho su pascua, que ya han hecho su traspaso, pero que siguen estando presentes en mí, me siguen constituyendo, me siguen habitando y me siguen acompañando.

Y estos nombres, son personas reales, y son personas concretas, y estos nombres son las personas con las que normalmente convivo, con las que normalmente vivo, son mis padres, son mis hermanos, son mis compañeros, mi esposo, mi esposa, mis hijos, mis amigos, son esas personas del círculo más íntimo que forman parte de mi ser. Y estas personas que son uno conmigo, porque con ellas vivo la profunda unidad de sentirme unidos a ellos porque me constituyen, son las después, vivo con ellos, comparto con ellos y quiero ser uno con ellos, y estar junto con ellos.

Cómo puedo hacer daño yo… yo qué sé, a una persona de estas, si me estoy haciendo daño a mí mismo. Cómo voy a hacer daño a una persona de estas, si al que le estoy haciendo daño es a mi profundo interior, al que más le duele es al propio corazón, porque este nombre está allí, no está allí de cualquier manera, ni está allí por cualquier cosa.

Porque hago soledad para darme cuenta que no estoy solo, no estamos solos, no estamos solos, estamos llenos de personas, de vida, de experiencias y de muchas cosas.

Por eso digo que mis expectativas, mi admiración, mis esperanzas a veces por los demás, incluso a veces cuando amamos a alguna persona, oye y además estas personas no responden, me decepcionan ¿Por qué? Porque no hemos visto, o no hemos sabido intuir dónde una nueva convivencia se fundamenta.

Lo que dice Jesús. Lo que sale de dentro es lo que contamina al ser humano, nunca lo que entra de fuera es lo que enferma al ser humano y nunca es lo que enferma la convivencia.

-          Yo en mis ratos de soledad y silencio, hago un gran esfuerzo, os lo digo de verdad, para liberarme, para vaciarme, todo son metáforas. Yo digo liberarme. ¿Para liberarme de qué? De resentimientos, de rencores, de ira, de envidia, de agravios. No quiero que esto habite en mi cabeza y no quiero que esto habite en mi corazón. Porque si esto habita mi cabeza y esto habita mi corazón, es lo que saldrá de mí, y eso generará guerra, no generará convivencia, no pacificará la convivencia, no sanará la convivencia.

Por tanto, la soledad y el silencio es el espacio para liberarme, y para poder vivir lo que realmente soy, pero tengo que quitar, o no dejar entrar, o tengo que vaciar, para que uno se dé cuenta, de que…, como diría el bueno de Pablo D’Ors, no se trata de hacer cosas buenas para que la convivencia vaya bien. Voy a hacer cosas buenas para que la convivencia vaya bien. No tú lo que tienes que ser es ser BUENO. Voy a hacer muchos actos amorosos a esta persona para que esta persona se sienta amada. No, tú no tienes que hacer actos amorosos.  Tú tienes que ser es ser AMOR. Voy a tratar a todos con justicia, y voy a intentar actuar con justicia para que nadie se sienta mal. No, tú tienes que ser JUSTO que es muy distinto. Tú no tienes que hacer cosas para que la convivencia vaya bien. Tú tienes que ser buena convivencia.  Tú eres CONVIVENCIA. Y esa convivencia se plasma después en tu hacer, en las cosas que hagas, y en las cosas que tu vives.

Por tanto, de esta agua profunda de lo que somos, lo dejo aquí de entrada, es de dónde se sorbe o de donde todos sorbemos después una convivencia sana. Si todos hacemos este ejercicio pues la convivencia es una. Si no hacemos ninguno este ejercicio, la convivencia es otra. Si somos cuatro y sólo lo hace uno, todo se siente siempre afectado. Una sana convivencia demanda que todos hagamos este ejercicio de soledad y silencio para poder vivir y compartir desde lo más hondo de nuestro ser.  Y lo dejo aquí para no hacer más tiempo.

- - - - - - - Intervención de Mauricio Minuto 27:24 del vídeo

Yo pienso que la dificultad principal de todo lo que dices, es que cuando la soledad no es querida, o cuando el silencio no es querido, y en este caso es impuesto, obligado, da igual que sea impuesto por un virus, por un gobierno, por un maestro, por tus padres… por tu, tus… cuándo las cosas vienen impuestas nunca podemos hablar de soledad y silencio.   Porque la soledad y el silencio para poder hacer este ejercicio que tú expresabas, tiene que ser buscada y tiene que ser querida… uno tiene que descubrir lo importante que es hacer esto para llegar a descubrir todas las bondades que eso pueda conllevar. A nosotros la pandemia no nos permitió este ejercicio. Es como si a mí ahora el gobierno me pidiera que corriera la maratón, Como yo me ponga a correr la maratón de 40 Km., yo te aseguro que al primer kilómetro estoy muerto. Bueno puede que aguante tres ahora, pero al tercer kilometro yo estoy muerto. Y me estoy tumbado y aunque me obliguen y me exigen no voy a poder correr. A nosotros nos impusieron una convivencia de soledad y silencio de 40 km. El que estaba muy entrenado puede que además diera gracias a Dios. Yo puedo decir que, para mí, esta pandemia ha sido un bien. A mí me ha hecho un gran bien. Yo la considero que ha sido un tiempo en la que he podido tener muchos espacios de esto. Pero también entiendo que, para muchísima gente, esto ha sido… Por eso, cuando ahora van al colegio tú hablas otra vez de soledad y silencio, lo primero que encuentras es un rechazo. La gente no quiere oír hablar de esto ahora.

De otro lado, cuando los convocas a que venga a actividades, tampoco vienen. La gente se ha instalado en una zona extraña de confort de confort que llaman, y tampoco es que busque tanto este contacto afectivo, no sé qué… Hemos quedado en una tierra de nadie en este momento, es al menos la percepción eh que yo tengo, que hace muy difícil… y sin embargo yo coincido contigo, la solución fuera, que fuéramos capaces, en esta tierra de nadie, en casa o donde estemos, tener esta capacidad de ahondar. Me acuerdo de una publicidad que había en Barcelona, creo que era de un banco, mira lo que te digo, que se veía un mar así con unas olas muy embravecidas, un mar de esos que está ahí, que da miedo, entonces había una frase que ponía: “La tranquilidad está en el fondo”. En el fondo de inversión en este caso. La tranquilidad está en el fondo. Y yo creo que esta es la verdad. La paz está en el fondo. Todas las cosas están en el fondo. Pero hay que sumergirse, hay que sumergirse para encontrar este fondo. Y no nos educan para sumergirnos para entrar en el fondo. Nos educan, y más ahora que estamos super interconectados con internet, y que recibimos setenta y siete mil inputs y tenemos que estar muy informados, nos educan para estar fuera, para estar en el exterior, para estar siempre comunicados, siempre informados, pero no nos educan, o al menos yo no lo he recibido, para detenerte, para pararte, y para ir al fondo, pero no al fondo de inversión, sino para ir al fondo de tu vida. Oye porqué tienes tan mala leche, oye, por qué tienes esta… oye, oye, pero oyeteeeeee. No se lo preguntes a los demás que los demás te dirán que sí, que tienes mala leche. Entra al fondo de tu ser y mira porque encontrarás y te darás cuenta.

Pero lo veo…

Ahora vamos a necesitar un tiempo para que la gente se recupere, salga de… y vuelva a su normalidad, e incluso para encontrarse, porque la gente tiene pocos nombres en su corazón. La gente cuando entra en su interior, se da cuenta que, a lo mejor, solo tiene dos o tres nombres, o sólo tienes un nombre en tu corazón. Y cuando solo tienes un nombre en tu corazón, eso es como cuando, ya que estamos con ideas económicas eh, pones todo tu dinero en una cosa y se pierde… Se pierde toda tu vida. No hay un cojín, no hay un colchón de suficiente sostenimiento de esa vida y esa convivencia, y a veces otras personas, y esta convivencia también lo ha hecho, ha hecho que también estos nombres se deterioren. Porque me encontré un papá que no conocía, porque me encontré a una mamá que no esperaba, porque me encontré un hermano que me fastidió. Todo esto nos ha dejado un poco, para mí, eh, nos ha dejado un poco, nos ha dejado un poco tocados, y necesitamos un tiempo para serenarnos, pero la solución pasa por ir al fondo otra vez de la persona y encontrar ahí la realidad de las cosas.

-------- Intervención de Maye.

Bueno lo dice aquí Pedro Torres no se si es Carol, esto lo dices tú también, es verdad, porque nosotros estamos en una sociedad que se valora mucho al que hace muchas cosas, y en el fondo parece que en cuantas más actividades tienes, más importante eres, más bueno eres, más éxito tienes, y de repente es que nos quedamos sin actividades, claro que teníamos teletrabajo para hacer en casa… Pero no es verdad, nos quedamos también quietos, y no sabemos estar quietos, necesitamos movernos y hacer muchas cosas. Pero, pienso que esta experiencia para el mundo puede ser positiva, a ver si esto nos hace pensar a todos un poco, aunque lo veo complicado porque ya siempre inventamos otras cosas.

Yo insisto. Yo cada vez estoy más convencido de que la cartuja, que es el leguaje que utilizo, otras personas utilizan otros términos, este saber estar un tiempo largo y entrar en lo más profundo de nuestro ser, es lo que puede salvar a este mundo. Es lo que puede salvar este mundo, porque si no lo veo complicado y lo veo también desde aquí, porque es lo que tú dices, los pensamientos que nosotros tenemos, pero sobre todo las vivencias, es que todo lo que vivimos, queda como metido dentro nuestro, y van siempre con nosotros. Y esto que parecería que es una riqueza, a veces se convierte en una dificultad. Porque es como Alfredo hablaba, que tenemos este pozo interior, el pozo se va llenando, se va llenando, se va llenando, se va llenando… y no soy capaz de leer mi biografía, y si no soy capaz de leer mi biografía, no sé quién soy. Soy un cúmulo de cosas, un cúmulo de cosas, pero no se quien realmente soy. Poder atravesar, porque esto es un lenguaje más creo yo, poder vaciar que dirán otros, todo esto es lo que puede ayudar a pacificar el ser humano. Y es verdad, cuando estás con un hombre de paz él irradia paz. No hace falta que haga nada. Él irradia paz. Y cuando estás con una persona tensa, él irradia tensión, y tu recibes esa tensión. Entonces claro, poder irradiar paz, lleva unas cosas, construye unas cosas, e irradiar tensión, conlleva otras. La realidad de los que vivimos juntos, posibilita unas cosas o posibilita otras, y yo veo poca gente que transmita paz. Veo mucha tensión, veo mucho nerviosismo, veo mucha angustia, veo mucha… La incertidumbre nos deja con mucha angustia y uarrr... y gente un poco descontenta en este momento. Descontenta… Descontenta

-------- Nueva intervención de Maye.

-------- Elsa Victoria: Lectura del chat.

De PEDRO TORRES QUINTREL (Carol Fuentes) a Todos:

             Nuestro ritmo de vida se ha tornado en un torbellino, por lo tanto, la imposición de confinarnos nos ha obligado a una convivencia familiar a la que no todos tenemos costumbre.

15:21:57 De Lourdes Flavià a Todos:

             Muchas gracias Jordi! Sin duda, soledad y silencio como espacio donde forjar el ser auténtico, el ser-con-otros. Y eso unido a un camino en descenso, en el sentido de caminar hacia la humildad, es decir, tener al ego a raya o, al menos, tener conciencia de cuando el ego se posiciona como un diosecillo que quiere ser el centro y controlarlo todo. Donde impera el ego muy difícil que se dé una sana convivencia.

------------ Fin del Chat

Leía una cosa de Pablo D’Ors que me llamó mucho la atención decía que en fondo la cartuja, él insisto no habla de cartuja, él habla de meditación, pero es igual, porque en el fondo el concepto es el mismo, y se refiere a lo mismo. Él decía que hacer experiencia de uno mismo, pero hacer una experiencia inmediata. ¿Qué quiere decir hacer una experiencia inmediata de mí mismo? Quiere decir que no necesito mediaciones para hacer una experiencia de mí mismo. Y las mediaciones son las palabras, las ideas, las influencias, las traiciones, los desamores, todo eso son mediaciones de mí mismo. Cuando entro a mí mismo a través de estas mediaciones, no tengo experiencia de mí mismo. Tengo experiencia de lo que dicen los otros. Como somos todos muy crédulos, nos lo terminamos creyendo. No, no, no, no… uno tiene que hacer experiencia, tiene que tener un conocimiento directo de sí mismo y esto es hacer en ese sentido la cartuja, es cuando digo, cuando hago experiencia de mí mismo, yo me doy cuenta que no estoy solo estoy habitado. Estoy habitado por nombres y entre estos nombres hay un Nombre que no tiene nombre. Y hay un Nombre que en este momento yo no lo nombro porque no sé cómo nombrarle pero está allí, y es lo que podríamos decir lo sostiene todo, pero encima de este río primero, luego hay muchísima otra gente, y esto pacifica mucho porque es también un poco lo que dice, quien más quien menos somos pedigüeños de cariño y de amor, pero cuando tu sientes que tienes esa dimensión que llega tanto, no es lo mismo salir tan necesitado que tengo que reclamarlo todo y eso genera una convivencia no sana, que salir con toda normalidad y pedir lo que todos necesitamos y nos damos que cada uno necesita, claro que sí. Pero si no es como el niño pequeño que nunca ha recibido la atención y lo tenemos en la clase y no nos deja dar clase porque solamente llama la atención. Y no la llama precisamente con las cosas buenas. La llama con las cosas que nos… Esta es un poco esta misma dimensión, de experiencia inmediata de quién soy. Es que hay en nuestro interior mayor belleza y mayor bondad de la que nos han hecho creer, de la que nos han dicho, y de las que esas mediaciones que a veces forma parte de nuestra educación nos han metido ahí dentro y nos ha hecho, nos ha hecho mucho daño. Somos seres benditos, no somos malditos. Aunque los demás puedan decir muchas cosas.

-------Intervención de Elenita

Una de las cosas que leía estos días y que para mí me han hecho un revolcón interior, y no porque a veces hay cosas que no las sepas, ya las sabes, pero a veces de repente, es como si la vieras de una manera distinta y todo te lo hace cambiar. Y es que, en el fondo, lo que también uno descubre en su interior, con este silencio amigo, que me ha gustado mucho esta expresión que has usado Elena, el silencio como este amigo profundo, y lo que acabas descubriendo en lo más profundo es el gozo. Que lo que realmente te hace sentir bien es gozar y el gozo viene unido al placer. Y esta dimensión placentera que también la descubrimos en Jesús, “Este es mi hijo en quién yo me complazco”, yo siento la alegría y el gozo de que esta persona sea. Entonces también quiero que la convivencia sea un espacio de gozo, y que sea un espacio de éxtasis, y que sea un espacio y un lugar donde podamos vivir las personas con esta dimensión que nosotros a veces utilizamos una expresión que es fiesta, pero también quiero y esto es lo que escuchaba hoy y que me está haciendo dar vueltas, que no quiere sacrificios para Él, yo no quiero que nadie se sacrifique por mí, yo no quiero que nadie se sacrifique por mí, y no necesito, no, y de una manera inconsciente y de una manera consciente. Yo quiero que las personas… no quiere decir… para que yo esté contento no necesito que nadie se sacrifique por mí, porque esta es la experiencia a lo mejor, se lo oía a Pablo D’Ors que hemos entendido mal el cristianismo, parece que, si el viernes santo hago ayuno o hago abstinencia, parece que esto agrada a Jesucristo, o parece que esto agrada a Dios. Parece que si me sacrifico esto agrada a Dios. Y esto es un absurdo, esto es un absurdo, no te sacrifiques por mí, vamos juntos a vivir estas experiencias, las que sean, incluso pasar hambre, si hace falta. Pero la vamos a hacer desde esa otra dimensión profunda, porque en el fondo de nuestro ser somos amados y por eso digo que entiendo esta dimensión del ágape porque hay muchos nombres en mi interior y lo que siento un profundo vinculo de estima y de unión que hace que estas personas sean para mí, un todo y una profunda alegría y además ensambladas que no es otro el misterio que es de Dios. Y esto que vivo en mi interior, lo deseo también en el exterior, pero no desde el sacrificio, no. Se que hay que hacer cosas... Una cosa es el servicio y otra es el sacrificio. No sé si me expreso en lo que quiero decir…Pero yo creo que esta… si entendiéramos esto desde lo más hondo del ser, también lo podríamos convivir, porque veo muchas convivencias sacrificiales, veo muchas comunidades religiosas que son puro sacrificio. Pero ese puro sacrificio, sacrificarse por los demás eh, para que los demás estén bien, para que los demás estén contentos, para que las cosas vayan bien. Para no sé qué… Pero este continuo sacrificio, incluso sacrificio por amor, no genera una convivencia sana, o no veo yo que haya una convivencia tan sana, y esto me hace pensar profundamente, si no también tenemos que cambiar, no hay que hacer actos de sacrificios, sino simplemente hay que amar con el don que eso significa, no hay que poner nada más, ni hay que pedir nada más.  En fin. Esto el amigo silencio, habrá que ir a lo profundo y terminar de ahondarlo con toda soltura.

-------- Intervención de Elsa Victoria

-------- Intervención de Maye

-------- Intervención de Elena

-------- Cierre de Mauricio.

Me parece muy buena esta intervención de Elena, de aprender a escuchar, sobre todo, me parece que es importante escuchar qué palabra también de verdad, tenemos para los demás dentro, que esto también es importante para una convivencia, no que orgullos, que chismes y que cosas tengo. No, no… Qué palabras tenemos de verdad dentro y qué palabras somos para los demás, porque es importante poder compartir estas palabras, y estas palabras que después las podamos emitir. Pero que las pueda escuchar, porque si desde el silencio puedo escuchar una palabra, también estoy más capacitado para escuchar otras palabras. Es cierto que me reconozco, me reconozco también en el agua y en todas estas palabras que decía Elena, pero también me reconozco en el otro, y ese otro y juntos somos un nosotros. Y nosotros también tenemos una palabra y esta palabra es la que construye la convivencia, pero tenemos tiempo para escucharla, para ponerla en común, para decirla, y para oírla… Pues también es lo que decíamos al empezar, no podemos dar lo que no tenemos. Y si nunca la escuché, nunca tendré una palabra para ti, tendré muchas cosas, pero nos falta esa palabra que también es importante.

Terminaría con esto, para podernos ir a dormir en paz y alegría. Al menos yo.

------- Despedida. Mauricio.

 

Organiza Red de Murtras

Con el apoyo de Universitas Albertiana.


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