Llevo algún tiempo reflexionando sobre ¿qué es
evangelizar? o ¿ qué podría constituir evangelizar en tiempo de pandemia?
Ante el acecho por tantos mensajes
fatalistas y terroríficos que circulan acerca de conspiraciones para eliminar a
la gente, sea por el virus lanzado al mundo con este propósito, sea por la
vacuna no suficientemente testeada en cuanto a sus efectos secundarios, o
elaborada para insertar un chip y modificarnos genéticamente, o…
todo lo que se le podría ocurrir a la gente…
¿Cuál podría ser nuestra misión como seguidores de Jesús?
Creo que en este momento Jesús nos dirige de nuevo
esta palabra: “¡Conviértanse y crean en el Evangelio!”.
Evangelio = Buena Noticia, Noticia que genera y es Vida,
Amor, Esperanza, Confianza.
Creer en la Buena Noticia, en la Vida, en el Amor.
Confiar que la creación de Dios es para el Bien y la Vida. Desde siempre lo fue
(Cfr. Génesis: “Y Dios vio que todo estaba bien”) y lo sigue siendo porque Él
guía nuestra historia.
Al hablar tanto del mal, al reenviar tantos mensajes
que generan dudas, miedo, desconcierto, desconfianza le estamos dando cada vez
más fuerza al mal. Incluso me atrevo a decir que estamos demostrando creer más
en el poder del mal que en la gracia y la misericordia de Dios. Permitimos y
hasta colaboramos en el crecimiento del mal. ¡Esto no es evangélico! Nosotros estamos
llamados a confiar en la misericordia de Dios y a divulgarla. Dar testimonio de
ella, compartir esperanza y alegría.
En 2 Tes 3,13 leemos: “Pero ustedes, no se cansen de
hacer el bien.”
Hacer el
bien: ben-decir. “Dios nos bendice con su paz”. ¿Y nosotros?. ¿Bendecimos de
esta manera a los demás o incluso a nosotros mismos?.
Hacer el
bien, pensar el bien, hablar el bien, divulgar el bien … por cualquier medio.
¿Tal vez esto sea evangelizar?
A Karol Wojtyla, cuando éste -queriendo salvar a su pueblo-
estaba pensando unirse a la resistencia polaca durante la segunda guerra
mundial, su acompañante espiritual le dijo: “El mal se destruye a sí mismo, tú
dedícate a hacer el bien.” (Y entró al seminario).
Esta
palabra me conmueve profundamente: “Tú, dedícate a hacer el bien”.
Y esto
empieza por si mismo: erradicar el mal que hay en mí no se logra enfocándome en
lo que va mal en mí, en mis errores y debilidades; sino reforzando el bien,
ejercitándome en la virtudes que hay en mí (o en lo que hay de Dios en mi), se
debilitará la fuerza del mal en mí. De igual manera funciona con los demás: no
sirve de nada recalcarle los errores o debilidades a mis hermanos. Pero
elogiando sus fortalezas, sus buenas virtudes cada persona crece y la fuerza
del mal disminuye en la misma medida.
Y, ¿por
qué entonces funcionaría diferente a nivel mundial?.
Fijémonos
en lo bueno que ocurre en la ‘humanidad’ que surge cada día, hablemos de esto,
hagámoslo viral y creamos en la Buena Noticia que las fuerzas del mal una vez
más serán vencidas.
Sabine Bogaert
Hermanitas de
Nazaret
Colombia
Bellísima y cierta reflexión, muy apropiada para iluminar esta época de pandemia y de incertidumbre global con una manera distinta de evangelizar, con un cambio profundo de estilo de vida que nos reclama a todos. Mirar más allá, más en profundidad, eso nos enseña esta realidad de enfermedad global -llevamos mucho mucho enfermos y hasta ahora lo percibimos, hemos estado dormidos, es hora momento de despertar -sólo haciendo el bien, mirando la necesidad del otro mas necesitado ahuyentaremos la sombra del mal, de la enfermedad, de la indiferencia que nos esta carcomiendo. Esa es la forma de evangelizar ahora, sin muchas palabras pero sí mucha acción hacia afuera de la mano con el Espíriru Santo. Gracias! Fuerte abrazo, gloriai
ResponderEliminarGracias por recordarnos la sed y el hambre de buena nueva, de "hacer el bien", de la caridad por medio del ayuno de la palabra vana.
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